Educación universitaria… ¿para quiénes?

Editorial: Oscar Nasisi, rector de la UNSJ

Por ser el último editorial del año, voy a permitirme una licencia: voy a invitar a este espacio al maestro Eduardo Galeano, que desde su genialidad nos regala este poema, titulado “Los nadies”.
«Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten
con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.»
Conmueve, emociona y al mismo tiempo, llama a la reflexión. No habla Galeano de algo desconocido para nosotros, latinoamericanos en este siglo XXI, celebrando los avances de la ciencia y la tecnología, pero en muchos casos ciegos –o lo que es peor, indiferentes- a la pobreza que crece, al desamparo que abruma y a la injusticia que llena la calle de marchas y reclamos.
Como pronostica Galeano, es improbable que llueva buena suerte para cambiar el destino de los que pasan hambre. Lo que sí es probable y yo diría, imprescindible, es que tomemos conciencia. Que como universitarios asumamos y llevemos adelante un compromiso humano con todas las voces que se alzan por todas partes. Si tuvimos el privilegio de llegar hasta aquí, de estudiar o trabajar en la universidad, nuestro compromiso es con quienes no pudieron hacerlo.
Y eso incluye a todos. A los nadies, a los algunos, a los ningunos.
Cuando podamos hacer propio este pensamiento y nuestras acciones sean coherentes con ello, habremos entendido para qué sirve la educación universitaria.


Perteneciente a octubre/73: edición Nº40, año VI. Diciembre de 2018