“Hay pobres con aspiraciones individuales y la derecha se apoya en esos sentimientos”

El Director del Observatorio de la Deuda Social, de la Universidad Católica Argentina, estuvo en las Jornadas de Estudios de Población, en la UNSJ. “Cuando hay oportunidades los pobres quieren dejar de ser pobres”, dijo a octubre/73, Agustín Salvia, quien es además investigador del CONICET y la UBA.

 

Por Fabián Rojas y Susana Roldán

-Desde el oficialismo se ha puesto en entredicho lo que afirma la Iglesia sobre la pobreza y se niegan problemas alimentarios «extremos o graves», ¿cuál es su mirada al respecto?
-Una observación importante: el Observatorio de la Deuda Social, del que soy director, y que está en la Universidad Católica Argentina, no es una representación de la mirada de la Iglesia; así es que lo que yo diga no puede ser planteado como lo que piensa la Iglesia en este tema. Lo pienso desde el campo académico, científico, desde el Observatorio. La realidad es que en la Argentina, medida la pobreza por ingresos, en un contexto inflacionario y de estancamiento, la pobreza ha aumentado. Las privaciones que la población tiene en materia de capacidades de consumo, de ahorro, de inversión, en su propio desarrollo humano, han crecido.

-El Gobierno nacional en medio de todo habla de obras de infraestructura…
-Las condiciones de pobreza se han profundizado independientemente de que uno tiene que valorar que en la actual etapa política se redoblaron esfuerzos por aumentar la cobertura de los programas sociales. Se hizo mucho en materia de inversión en infraestructura social básica, como vivienda, acceso a cloacas, servicios urbanos. Sin embargo, los problemas de la pobreza en Argentina son estructurales. Cuando un actor social como un pastor o un político dan cuenta de un problema vinculado a esas privaciones, hablan de una realidad social que no se puede negar. Construir relatos comunicacionales, por parte de este gobierno y del anterior, para ocultar esas privaciones, mostró que tenía patas cortas.

-¿Que no haya habido una explosión social como en 2001 tiene que ver con esas contenciones o programas que mencionó?
-Ya no es la misma realidad social y política de 2001. Hay tres componentes que destacamos en el campo académico y científico social. Uno es que hoy se
tiene un colchón de ingresos a través de las transferencias como la Asignación Universal por Hijo, o el Programa Haciendo Futuro, Progresar, Jubilaciones no contributivas, que operaron como una fuente de ingreso estable para una población que antes no la tenía. Esto hace que la situación no sea tan desesperante. El segundo componente está representado por las iglesias y las organizaciones sociales, que tienen una red de solidaridad, de organización mínima, de cooperativas, que hacen que haya una red social de contención. Y el tercero es clave para que no haya habido un estallido, y es que la gente no quiere conflictos, no quiere desbordes. Hay una cultura democrática ciudadana mucho más elevada, más consciente, que la de hace 18 años atrás.

-¿Cuál es la definición de pobreza que mejor se ajusta a la Argentina?
-La que más se ajusta es que se trata de privaciones económicas injustas. Pero pensar eso nos remite a preguntar cuál es la vara con la que medimos qué es injusto. Algunos consideramos que se trata de un problema de derechos, porque según nuestra Constitución, las personas tienen derecho a tener accesos. Un enfoque de derechos nos da una mirada de la pobreza que creemos
más contemporánea y menos relativa; que nos coloca en el debate de las grandes políticas públicas que deberán ofrecer mejores trabajos, mejores viviendas, mejores sistemas de seguridad social. A partir de esto la pobreza ya no es sólo un problema de ingresos sino también un problema de accesos.
-Y eso obviamente lleva a hablar de desigualdades…
-Sí, y entonces uno mira que el problema no es sólo de desigualdad de ingresos, sino de acceso a un buen empleo, a educación, a buenos servicios de salud, a un hábitat digno. Entonces cambia un poco el debate político y por lo tanto las políticas deberían orientarse no necesariamente a que haya más programas sociales sino a que haya mayores capacidades de producir riquezas y de distribuirlas mejor.

-¿Fortalecer el sector informal de la economía sería tal vez una manera de paliar la pobreza?
-Sí, pero no puede ser solamente eso. Hoy este país necesita de importantes inversiones privadas o público privadas que apunten a crear exportaciones y a atender el mundo de las exportaciones, no sólo de productos primarios sinotambién industriales o derivados de la metalmecánica o de la minería básica, donde se desarrollen procesos industriales. Se debe crear un hacer argentino capaz de exportar porque necesitamos divisas. No generamos dólares. Necesitamos excedentes no sólo para pagar la deuda, sino para sostener nuestras importaciones. Al mismo tiempo necesitamos desarrollar el mercado interno, que haya mejores salarios, más consumo, para lo cual necesitamos importar más insumos, que haya más industria. Ese es el equilibrio que necesita la sociedad. Necesitamos un sector informal capaz de generar mayor productividad y de insertarse en la economía de mercado, pero eso no puede hacerse con endeudamiento o con emisión monetaria. Necesitamos divisas, excedentes que apoyen el desarrollo tecnológico productivo de la economía informal.

-Por eso también hay que fortalecer el sistema científico tecnológico…
-Bueno, por eso necesitamos que los sectores dinámicos exporten, necesitamos que el sector informal y de baja productividad mejore su productividad a través de la ciencia y la tecnología, y para eso debe haber inversión. Necesitamos que los sectores dinámicos no se vayan del país sino que vuelquen recursos en inversión interna. Por lo tanto debe haber una economía de mercado abierta al mismo tiempo que inteligente, capaz de promover políticas para el mercado interno. Eso es lo que no hemos tenido durante estos años. Hemos sido focalizados en cómo cerramos la economía para proteger el mercado interno o cómo abrimos la economía, pero no hemos logrado ese equilibrio económico que también es un equilibrio social y de redistribución de los avances científicos tecnológicos.

-¿El avance de gobiernos de derecha o centro derecha en Latinoamérica ha inducido a un desclasamiento de los pobres?
-Hay pobres que no tienen identidad colectiva sino que tienen aspiraciones individuales a salir de la pobreza. Entonces los gobiernos de derecha se están apoyando en esos sentimientos aspiracionistas, individualistas, justamente para confrontar con ideas más colectivistas y que generalmente son de izquierda o centro izquierda. Pero eso no produce desclasamiento. Yo creo que prima entre los pobres, cada vez más, ese sentimiento aspiracionista. Las experiencias más colectivas de construcción de clases han fracasado. Y fracasan porque se acotan a crear una economía social de la pobreza que mejora las condiciones de vida de la gente pero no la sacan de esa situación. Cuando hay oportunidades los pobres quieren dejar de ser pobres. //

 


Publicado en octubre/73: edición Nº42, año VII. Septiembre de 2019