La isla nada bonita

[CIUDAD CALIENTE] El Instituto de Estudios de Arquitectura Ambiental de la UNSJ ha desarrollado varios proyectos en los que estudia el denominado efecto Isla de Calor en el área urbana de San Juan. Urge una planificación con más espacios verdes.

 

Por Fabián Rojas

Llegó diciembre, y si hay algo que bien siente todo habitante o transeúnte de las calles de la ciudad de San Juan es el abrumador calor en este mes y en los que vienen. Pero en realidad, a ese calor que naturalmente abraza, se suma el efecto denominado Isla de Calor en el área metropolitana sanjuanina. Esa Isla se define como calentamiento relativo del centro de la ciudad comparado con las condiciones pre-urbanas o no urbanas. Los espacios verdes, o el “Verde urbano bioclimático”, representado por los espacios que se usan para lograr el confort higrotérmico de la población (humedad y temperatura) en espacios abiertos, disminuyen la temperatura urbana y aumentan los niveles de humedad relativa (son bioclimáticamente eficientes). De los 508 espacios verdes que existen en la provincia, solamente 19 hay en la gran Banda Urbana de San Juan; esto es, Capital más Gran San Juan. Estos 19 espacios están distribuidos así: dentro del área denominada “Banda Eminentemente Urbana”, es decir, en la superficie rodeada por la Avenida Circunvalación, son sólo nueve los espacios verdes. En la Banda Urbana, la que está por fuera del anillo vial, hay siete espacios; mientras que en la Banda Suburbana hay sólo tres espacios.
Los datos surgen de proyectos de investigación en los que trabaja desde hace tiempo, con dirección de Alejandra Kurbán y subdirección de Mario Cúnsulo, junto a equipo, el Instituto de Estudios en Arquitectura Ambiental (INEAA) de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNSJ. “Las bandas urbanas se miden por el factor de ocupación de sus edificios; en función de esta ocupación necesitamos saber cuánto se necesita de espacios verdes para disminuir la Isla de Calor que produce la densificación edilicia. En esto juegan indicadores a los cuales arribé en mi tesis de Doctorado. Por ejemplo, las características del verde urbano para disminuir la Isla. Esto es la densidad del verde, superficie del verde por habitante, dimensiones, separación entre un espacio verde y otro, la impronta de la forestación, de los solados en una plaza para que no haya tanto aumento de la temperatura por reflexión de la radiación solar, las especies arbóreas buenas para San Juan y, en el arbolado de alineación, cuánta distancia debe haber entre los árboles de un costado y otro para que sombreen la calle y disminuya la temperatura”, explica Alejandra Kurbán. Estos factores que harían menos calurosa la ciudad, en general no están presentes.
La especialista de la FAUD señala que la Isla de Calor viene aparejada con otro fenómeno denominado Depresión Humídica. Es decir, aumenta la temperatura urbana y disminuye la humedad. “En el centro de la ciudad hay cinco grados más de temperatura respecto del entorno o de donde no hay isla. La temperatura de la Isla de Calor abarca más espacio que el de la ciudad. Incluso el efecto de la Isla en parte llega a zonas circundantes que pueden ser agrícolas”, dice Kurbán. Por caso, según la Directora del INEAA, a Santa Lucía llega el efecto, aunque disminuido, y en lugar de los cinco grados más de la ciudad de San Juan, hay 3,5 o cuatro por encima; mientras que en las cercanías del aeropuerto puede haber 0,5 grados. “Más hacia el Este ya no hay Isla de Calor. El calor tiende a irse más hacia el Oeste, donde hay más construcciones”, ilustra.
La Isla de Calor es producto de la antropización, es producto del hombre. En esa producción, además de las edificaciones, pavimento y veredas, existe el Calor Antropogénico: los automóviles generan emisión de Dióxido de Carbono y eso aumenta la temperatura urbana; los aires acondicionados que expulsan el calor de los inmuebles hacia el exterior; la mayor cantidad de población también la aumenta y, sobre todo, explica Alejandra Kurbán, la Isla es consecuencia de la poca forestación. “Un espacio verde para ser bioclimáticamente eficiente debe tener una superficie mínima de 8 mil metros cuadrados, un ancho mínimo de 50 metros y un máximo de 200 mil metros cuadrados (o 20 Ha). El efecto de un espacio verde puede disminuir la temperatura urbana en 4,11 grados, con un radio de alcance de 673 metros. Entonces habría que poner un espacio verde cada 600 metros. Esto haría una cobertura interesante para la ciudad. Hoy la cobertura en la ciudad es sólo de un siete por ciento. Y para disminuir la Isla de Calor no sólo debe haber césped, sino sobre todo árboles”, define Kurbán. El Parque de Mayo actual tiene 125.304 m2; con las obras de ampliación en curso, pasaría (con la inclusión de Plaza España y Ferrourbanístico) a cerca de 300 mil m2.

Árboles
El verde urbano está configurado por los espacios verdes (parques, plazas) y el arbolado de alineación (árboles situados a lo largo de las calles). De un estudio de Kurbán surge que para líneas de arbolado en calles de ancho igual o menor a 15 metros (medidos entre líneas de edificación de cada costado), las especies que tienen adaptabilidad bioclimática alta en estos ambientes áridos son el Fresno Común, la Acacia Visco, el Olmo Bola y el Tilo. La Morera tiene una adaptabilidad media y el Plátano posee adaptabilidad baja. En cambio, en perfiles de calles mayores a 15 metros de ancho, el Fresno Común (sólo 7,5% de permeabilidad a la radiación solar en verano), Plátano, Roble, Tilo, Álamo Plateado y Olmo Común tienen adaptabilidad alta. Mientras que los Paraísos y Moreras son de adaptabilidad baja. Es decir, cuando la arteria es ancha, aquellas especies permiten el paso del sol en invierno y la sombra en el verano, tienen bajo requerimiento de agua, forman una copa que permite el cableado aéreo, tienen tasa de crecimiento rápido o medio, resistencia a los vientos y bajo nivel de pólenes alergénicos. Los menos adaptables son el Paraíso Sombrilla y el Paraíso Común. Entre los verdes urbanos y los arbolados de alineación, existe una cobertura térmica del 10,7 por ciento en verano.

El INEAA trabaja con la Dirección de Arbolado Público y la Dirección de Planeamiento en proyectos de transferencia. Por ejemplo, presentó recientemente un proyecto sobre sustentabilidad del verde urbano, para el Programa IDEA, de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Provincia.

 

Ficha: Dra. Alejandra Kurbán | Directora del Instituto de Estudios en Arquitectura Ambiental – INEAA
Ing. Mario Cúnsulo | Subdirector del INEAA
Arq. Eduardo Montilla
Arq. Andrés Ortega
Dr. Santiago Tossettti
Dra. Analía Álvarez
Arq. Verónica Ripoll
Arq. María E. Olmedo
Laura Campos y Stephanie Lara | Becarias

Perteneciente a octubre/73: edición Nº40, año VI. Diciembre de 2018