¿Criticar o ser críticos?

Escribe Oscar Nasisi, rector de la UNSJ


 Editorial: Año III – Nº 21 – Agosto de 2015

No hace mucho, el escritor y semiólogo italiano Umberto Eco se pronunció en una entrevista periodística sobre las redes sociales. Dijo que “las redes sociales le dan derecho de palabra a legiones de imbéciles que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la colectividad”, causando un revuelo tanto entre quienes se manifestaron a favor de su opinión como de aquellos que se declararon en contra. La afirmación de Eco y el efecto que tuvo en el público lleva a reflexionar, sobre todo, en dos aspectos: por un lado, instala en el centro del debate un tema vigente, es decir, abre una nueva conversación, lo cual ya es de por sí muy positivo, según mi punto de vista. Por otro lado, la opinión del escritor italiano parece limitar el derecho a expresarse solamente a los intelectuales. Señaló Eco que “a estos (los imbéciles) enseguida los callaban, mientras que ahora tienen el mismo derecho de palabra que un premio Nobel”. Es decir: el que sabe, el intelectual, tiene derecho de palabra y el que no sabe, no lo tiene.
Más allá de mi postura personal opuesta a los dichos de Umberto Eco, a quien admiro como escritor, como rector de la UNSJ quiero expresar que tantos las declaraciones como las posteriores repercusiones nos mueven a repensar el rol de los universitarios y la responsabilidad social que como intelectuales, nos corresponde. Sostengo en este sentido que el hecho de haber pasado por una universidad pública nos confiere, a la par de los conocimientos adquiridos, una responsabilidad con nuestra sociedad, que va más allá de lo que instrumentalmente la universidad derrame en ella, a través de la investigación, la creación y la extensión. Tenemos la responsabilidad de ser críticos, lo cual no quiere decir que siempre haya que criticar.
Ser críticos significa, a mi entender, utilizar las herramientas recibidas de la universidad y en la universidad, para fijar posiciones sobre una realidad en constante cambio. Ser críticos construye, en tanto que la mera crítica, por lo menos, estanca, cuando no va acompañada de sugerencias constructivas sobre una cuestión. Esta es, creo yo, una de las principales aristas de la responsabilidad social de los intelectuales universitarios, que lejos de vivir en una isla, habitamos la misma comunidad que quienes no tuvieron la oportunidad de estudiar en una universidad.