Reflejo de una tradición que perdura en el tiempo

En su trabajo final de grado, la licenciada en Comunicación Social Luz Nievas rescata la mirada que el pueblo de Jáchal tiene de sí mismo, a partir del estudio de la Fiesta de la Tradición.

Por Belén Ceballos

La investigación apuntó a visibilizar cómo es la cultura jachallera, tomando a la Fiesta de la Tradición como objeto de estudio, ya que es considerada por quienes viven en Jáchal como el mayor hecho exponente del departamento para darse a conocer hacia afuera y hacia adentro. Es decir, descubrir de qué manera se representa a la cultura jachallera en esa fiesta y si los lugareños se sienten identificados con esa representación.
Para realizar el trabajo, que dirigió Ana Celina Puebla, Luz Nievas analizó la edición Nº 53 de la Fiesta de la Tradición, que comenzó a realizarse en el año 1960. La iniciativa surgió de un grupo de jachalleros preocupados por mantener las raíces tradicionales y culturales propias del lugar, y para homenajear a su máximo exponente de la cultura, Buenaventura Luna. Las docentes fueron quienes empezaron con esta celebración, ya que a fin de año realizaban las veladas en las escuelas festejando la tradición.
Con el transcurrir de los años, empezó a tomar fuerza y cada vez se hacía más grande y concurrida, por lo tanto, se decidió crear un Centro Tradicionalista para que se encargara de la organización. A partir de allí, las primeras ediciones se realizaron en la Cuesta de Huaco, luego se trasladó a la plaza principal de la villa y finalmente llegó a donde se hace actualmente, el Anfiteatro Buenaventura Luna. Hoy, el municipio es el encargado de prepararla.
En la fiesta se pone en valor el patrimonio cultural del pueblo jachallero, y se evocan costumbres y tradiciones que marcaron su modo de vida. Entre los hallazgos más interesantes se puede mencionar, en primer lugar, que los jachalleros se preparan durante todo el año para esta fiesta. En las casas se ahorra para poder asistir toda la familia a esta gran celebración. Además, desde la primera edición se mantiene el mismo formato y cronograma. La festividad se realiza en dos fines de semana: en el primero se hace el desfile de carruajes y la elección de la paisana, cuyo escenario es la plaza principal y, en el segundo, se realiza la Noche del canto joven y el Fogón de los arrieros. Todo esto, tiene lugar en el Anfiteatro natural.
Otra particularidad es que todos se visten de una forma especial. Los hombres lucen bombachas de gaucho, con poncho y boina, y las mujeres, polleras con ponchos. Otro detalle se refiere a la comida. Durante todas las noches se ofrecen, además de los menús comunes, los pastelitos típicos del departamento.
Todos estos elementos permiten mantener vivas las tradiciones y costumbres que los jachalleros desean que el resto de la provincia y el país conozcan.

Por otra parte, es interesante rescatar las voces de quienes dieron a conocer la importancia que para ellos representa esta celebración. Entre ellos se encuentran Horacio Espejo, Arturo Capdevila, Cosme Yañez y Laura Castro. Cada uno de ellos guarda una estrecha vinculación con el departamento y ha sido protagonista en alguna edición de esta fiesta.
La visión respecto de esta celebración se relaciona mucho entre ellos. Por ejemplo, coinciden en una mirada crítica, ya que consideran que la fiesta debería ser como lo era al principio, es decir, volver a sus tradiciones y costumbres primeras, sentir el folclore y reivindicar a los artistas jachalleros. Ellos consideran que hay una banalización de sus tradiciones y se muestra lo superfluo, convirtiéndola en un festival comercial.
Además, les parece importante mostrarles a quienes llegan de afuera qué es Jáchal y quiénes forman parte de ella. Sin embargo, en el afán de conseguir atraer más público, se contratan artistas de renombre nacional por encima de los del lugar. Todos coinciden en que se ha politizado y comercializado mucho.

La mirada crítica de ellos apunta a la necesidad de que el pueblo jachallero tome conciencia de la importancia de la fiesta, como una forma de mantener vivas las tradiciones y costumbres que hacen único a Jáchal en comparación de los demás departamentos de la provincia.

“He oído nombrar pueblos con nombres tiranos, opresores y asesinos. Por supuesto que es porque todos oprimieron, conquistaron y asesinaron a los malos del momento, más allá de que para esos malos, los malos eran otros. Y si hubieran conquistado y asesinado ellos, el nombre hubiera sido el de ellos y no el de otros. ¡Mi pueblo no tiene nombre de mala gente!, mi pueblo suena a río, suena a creciente, a arboleda, a Chañaral, a piedra, a vida, a tormenta.
Es Jáchal, y todos somos eso, todos. Y por eso mi alma anda con los dientes al aire y anda huraño y silencioso como Capayán allá entre las lomas, coléricos y arrinconado por la frivolidad de esta resaca de segunda mano que aparece ya cuando mis compatriotas les da por honrar la memoria de los conquistadores, opresores, y asesinados que no tuvieron el coraje de dejar ni siquiera de nombre para el pueblo, o ya cuando alguno me dice orgulloso Jáchal ya es una ciudad. Será porque siempre creí que las ciudades son niñas con veleidades de bataclanas, será porque esas velaidades hacen mas huraño y silencioso a ese loco que anda en lo profundo de mi alma ¿Será por eso? Vaya a saber por qué será… De todos modos el asunto es que el nombre de mi pueblo es Jáchal. A ver qué villano de poca monta se atreve a llevar ese nombre”…

Arturo Capdevila


“Cuando me doble el cansancio de mis afanes perdidos, he de tornar a la sombra de tus viejas arboledas, al frescor de mis aleros, a la paz de tus sembrados, al oro de tu poniente cuando prolonga la tarde su agonía entre las lomas y al fogón de tus pastores envejecidos de invierno, entre cantos de cencerros y quejumbres de vihuelas, con el ¡ay! de las tonadas y en callada mansedumbre como quien se va durmiendo, quiero morirme sonriendo bajo la luz de tu cielo. Acaso cierren mis ojos las piadosas manos magras de alguna vieja huaqueña… de negro rebozo pobre y antiguo credo cristiano”.

Buenaventura Luna

Edición correspondiente a octubre/73 – Año III – Nº 19 – Junio de 2015