“Hay que terminar con el mito de la Argentina agroexportadora”

En el marco de la Diplomatura Argentina y Latinoamericana que se dicta en la FFHA, visitó San Juan el historiador Mario Rapoport, quien consideró como muy valioso el rol de las universidades en la generación de ciencia y tecnología al servicio de un modelo industrial de país.

Por Susana Roldán

-Usted sostiene que a lo largo de la historia hubo sectores a los que les convenía el modelo de una Argentina agroexportadora, pero que este es un mito que hay que derribar. ¿En qué basa su afirmación?
-No se puede desligar la economía de la política. Los sectores que alimentaron ese mito, esa creencia, lo hicieron basados en registros que no son veraces. Y hay que tener en cuenta que esos mismos sectores a los que les conviene esa creencia son los mismos que han practicado todos los golpes de Estado cívico-militares en la Argentina. Estamos en una encrucijada que viene de muy lejos y por eso digo que hay una estrecha ligazón entre los partidos políticos y los intereses económicos. Lo más importante es aprender para poder en el futuro aplicar políticas más progresistas, más industrialistas y que den una mejor distribución de ingreso a la gente.

-¿Cómo sitúa a provincias como San Juan dentro de este modelo?
– Desde el punto de vista agroexportador, el modelo más interesante es el de las provincias vitivinícolas. Las provincias de San Juan y Mendoza, particularmente, han creado industria de exportación. Creo que hoy nuestro Malbec está en todas partes del mundo y nuestras bodegas son muy importantes. Por supuesto que muchas están en manos de capitales extranjeros. Esto hay que mirarlo, para que haya una mayor participación de inversiones locales o se establezcan reglas para darles utilidades a los inversores locales. Esto es algo que no se hizo. La ley de inversiones extranjeras está vigente desde la época de la dictadura militar: la fuga de capitales se debió a la actuación de empresas trasnacionales, que obtuvieron grandes utilidades. El caso de Repsol, por ejemplo, que tenía el petróleo, con el famoso blindaje de 2001, tomó parte de eso y sacaba las utilidades del país. Hoy se dice que existen fuera del país capitales argentinos por encima del producto bruto, con lo cual tendríamos dos productos brutos: uno en el exterior y otro en el país.

-¿Qué modelo propone usted para una distribución equitativa de la riqueza?
-Hay que hacer una reforma de la Ley de Inversiones Extranjeras. Hay que hacer una reforma monetaria, porque todavía rige la Ley de Entidades Financieras de la dictadura militar. Hay que hacer una reforma impositiva que no sea sólo cambiando los límites para los impuestos, sino también establecer alícuotas más avanzadas para los sectores pudientes. También hay que aplicar impuestos a las actividades financieras y otras parecidas. Vivimos en un mundo donde imperan los paraísos fiscales y el imperio de las finanzas, la criminalidad internacional a través de la droga y el lavado de dinero, de modo que es necesaria la intervención del Estado que permita mantener esos recursos en el interior del país. Eso va a mejorar sin duda la distribución de ingresos.

¿Cuál es su propuesta para la inflación? La mayor cantidad de quejas va en ese sentido.
-También hay que realizar aumento salarial que compensen los estragos de la inflación, pero debemos entender que en la Argentina la inflación es estructural y tiene que ver con el poder monopólico que tienen algunos actores de la actividad económica. Hay cerca de 80 actividades productivas en donde 2 ó 3 empresas manejan todo y fijan los precios, de manera que ya no se trata de una puja entre patrones y asalariados sino del poder que tienen estas empresas para determinar los precios. El impuesto a los réditos es sumamente importante. Si se hubiera impuesto en 1917, como quería Yrigoyen, otro gallo hubiera cantado en la Argentina.

-Es difícil hablar de terminar con un modelo que está muy ligado a los recursos naturales de un país. La pampa húmeda siempre fue fuente de oportunidades en la Argentina.
-Sí, pero también se pueden generar oportunidades de algo que pueda aparecer, a simple vista, como una desventaja. Miremos el caso de Canadá, que ha hecho una industria del frío, con mucho desarrollo en equipamiento deportivo y ropa de abrigo. Lo mismo ocurre con la industria vitivinícola. Pero además hay que crear nuevos productos tecnológicos, que quizás no son propios ni provienen de los recursos naturales. Yo creo que las dos cosas son importantes: partir de las ventajas y desventajas. Por un lado, partir de la ventaja y por otro lado, buscar productos tecnológicos que brinden otras oportunidades. Y ahí tiene que estar presente el Estado, porque históricamente en la Argentina los privados no han apoyado este tipo de inversiones. La Argentina es un país que puede dar alimento a 400 millones de personas, pero no puede dar trabajo a 40 millones de personas. A lo sumo, tiene trabajo para 10 millones. Por eso hay que cambiar el modelo y la mentalidad de riqueza basada en los recursos naturales y cambiar la mentalidad oportunista y especuladora que nos metió la dictadura militar.

-¿Qué rol asigna a las universidades en la creación de conocimiento y generación de tecnología para perfilar un modelo industrial de país?
-Creo que el rol de las universidades es fundamental y fundante de crecimiento. Tenemos grandes recursos humanos. Por ejemplo, el CONICET tiene un desarrollo muy importante. Es un organismo que no existe en otros países con la fuerza con que existe aquí. Eso ha dado avances significativos científicos en la biotecnología, en la tecnología del espacio. Está el caso de INVAP. Puede permitir a la Argentina tener otros nichos tecnológicos que ahora no tiene. Por eso creo que el sistema universitario va a tener un gran protagonismo en este cambio de modelo para la Argentina.


Edición correspondiente a octubre/73 – Año III – Nº 19 – Junio de 2015