El rostro y la máscara

“Lo que es y lo que debería ser” es la dicotomía que surge de estudios sobre las fiestas populares en departamentos sanjuaninos. Los recursos utilizados para dotar de atracciones a esos acontecimientos parecen, según análisis, debilitar el pretendido rescate de lo popular y de la identidad en las celebraciones. Esos recursos forman parte de un concepto muy estudiado, el de industria cultural, el cual, sin embargo, hoy es reivindicado como una manera de acercar a todos la cultura y de proveer al sustento de los actores culturales.

Por Fabián Rojas, Belén Ceballos y Susana Roldán

La Fiesta Nacional del Sol, “la fiesta de todos los sanjuaninos”, como esgrime maquinalmente, a modo de slogan, más de un funcionario del Estado provincial, ha terminado y ha dejado en “la gente” (lo popular), tal vez, sentidos de pertenencia y de identidad. En lo referente a las representaciones de esa fiesta, que perviven en el imaginario popular, Daniel Gimeno, investigador del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSJ, advierte que resulta necesario no confundir la cultura popular con la industria cultural, “porque sería confundir el rostro con la máscara, y lo que importa es saber para qué se usa la máscara”. Respecto a esto último, Gimeno sostiene, valiéndose del autor Jesús Martín Barbero, que la industrialización de la cultura no es sólo una cuestión de técnica y comercio, sino la acción corrosiva del capitalismo que desarticula las culturas tradicionales en su resistencia a la imposición de una lógica económica que destruye sus modos de vida, sus concepciones de tiempo y sus formas de trabajo. “Y esto es así porque cada año podemos ver que la espectacularización y la mediatización discursiva de la cultura sanjuanina van redefiniendo tiempos, personajes, espacios y sentidos”, dice el investigador.

El cruce

fiesta del ajo calingasta Luz Nievas
Grupo Vientos Nuevos Calingasta, en la Fiesta del Ajo (Imagen: Diario El sol)

Un rasgo mencionado por diferentes estudios se relaciona con los mecanismos usados por el Estado para hacer de las fiestas una suerte de motor para la atracción turística. Ahí entran entonces a jugar –otra arista de la industria cultural- las contrataciones de artistas de peso en la escena nacional, que se cruzan con fisonomías localistas de la fiesta. Así, al norte, frente a otro de los acontecimientos importantes de la provincia, la dinámica actual de la técnica y el comercio inscriptos en la industria cultural, se repite. Los jachalleros tienen una mirada crítica en cuanto a lo que ellos consideran el ser y el deber ser de su festividad. La premisa es que “la Fiesta de la Tradición debería ser como lo era al principio, una reivindicación de la cultura jachallera. Es decir, volver a sus tradiciones, costumbres primeras, sentir el folclore y reivindicar a los artistas del lugar. En cambio, lo que hoy sucede es una banalización de sus tradiciones, mostrando lo más superfluo de ellas, convirtiendo a la fiesta en un festival comercial y como excusa para comer y beber sin discreción”. Las valoraciones surgen de lugareños, abordados en un trabajo realizado por la licenciada en Comunicación Luz Nievas. Esa investigación redondea con que la mirada crítica de los habitantes de allí apunta a la necesidad de que el pueblo jachallero tome conciencia de la importancia que tiene la fiesta, como una forma de mantener vivas las tradiciones y costumbres que hacen único a Jáchal en comparación con el resto de la provincia”.
En Calingasta, una de las fiestas más relevantes es la de los productores de ajo. Realizada los diciembres de cada año, la intención con la que nació fue visibilizar la actividad productiva de aquel lugar. Así fue como al principio, en 1995, se construyó un escenario, al costado de una ruta provincial, con la montaña como fondo, y se colocaron puestos en los que se ofrecía comidas típicas de la zona y artesanías. Ahora, en esta celebración la convocatoria de artistas nacionales y provinciales es fundamental porque lo consideran una forma de atraer turismo. En esta fiesta también se puede observar un cruce entre lo popular y la industria de la cultura, ya que en el afán de lograr mayor cantidad de público, corren el riesgo de perder el rescate de lo esencial de la cultura del pueblo. Aquí entra en juego nuevamente “lo que es” y “lo que debería ser”. Es decir, “si se las llama fiestas populares, deberían apuntar a mostrar lo propio de cada pueblo y dejar para las fiestas nacionales lo masivo y la reproducción en masa de los mismos prototipos, que en definitiva es parte de los objetivos que persiguen”, dicen los primeros organizadores de esa fiesta. A su vez, Daniel Gimeno advierte que “los riesgos que implica su industrialización no deben desconocerse en el análisis de la cultura popular, que permanece imbricada en un complejo de relaciones que la vinculan con lo masivo y con lo oficial, configurando una trama de sumisiones y resistencias”.

Lic. Daniel Gimeno, docente e investigador de Ciencias de la Comunicación.
Lic. Daniel Gimeno, docente e investigador de Ciencias de la Comunicación.

¿Existe lo puramente popular?

“En el contexto de la Posmodernidad, las fiestas ‘populares’ son una nueva puesta en escena de lo popular, donde se conjugan los intereses políticos de los sectores dominantes, la intervención de lo artístico elitista y la asistencia de un público masivo convocado por un espectáculo de masas. Todo esto, en el marco de una política cultural como gestión de gobierno que intenta ‘hablar’ de los valores de un pueblo para ‘decirle’ cuál es su identidad”, alega Gimeno, autor del trabajo de investigación “Fiesta Nacional del Sol. Las imbricadas relaciones entre lo popular/masivo y la cultura dominante”. Gimeno se interroga por el sentido de “popularidad” de la fiesta y explica la dificultad política y epistemológica de abordar lo auténticamente popular. “Como en cualquier hecho cultural cuya existencia ocurre en el seno de las actuales sociedades altamente mediatizadas –en alusión a los medios masivos de comunicación y a las diversas industrias culturales- la presencia de lo masivo es inevitable”, argumenta el investigador, y agrega que “no se hace posible el sostenimiento de una mirada ‘ingenua’ que pretenda visibilizar ‘lo popular’ en un estado ‘puro’”.

Producir y comercializar

Eliana Perniche
Eliana Perniche es la coordinadora del Programa Industrias Culturales y Creativas, que depende de Rectorado de la UNSJ

Para la Organización de las Naciones Unidas la expresión “industrias culturales” abarca aquellas industrias que combinan la creación, la producción y la comercialización de contenidos que son inmateriales y culturales en su naturaleza. Esos productos normalmente están protegidos por propiedad intelectual y pueden tomar la forma de bienes o servicios. El concepto de industrias culturales, también llamadas “industrias creativas” o industrias de contenidos incluye la impresión, publicación, multimedia, audiovisuales, productos fonográficos y cinematográficos, así como artesanías y diseños. Para algunos países, este concepto también abarca la arquitectura, las artes visuales y de performances, deportes, manufactura de instrumentos musicales, anuncios y turismo cultural.
Eliana Perniche es la coordinadora del Programa Industrias Culturales y Creativas, que depende de Rectorado de la UNSJ y se lleva adelante conjuntamente con la Dirección de Políticas e Industrias Culturales de la Provincia. “Hay que procurar que el artesano, el músico, el diseñador, etc., puedan acercarse a la mejora de los productos y a su comercialización. Pero hay cosas que suelen quedar en el aire. Se mejora a nivel recursos, pero hay que dejar grabado en alguna instancia qué es lo que se hace culturalmente. Entonces es ahí donde intervenimos desde la universidad. Esto es, tomar todos aquellos elementos que ya tienen los actores productores y así poder tal vez mejorarlos y también retransmitirlos. Para esto el objetivo es aportar tecnología y conocimiento. La cultura se reconsidera a cada instante, entonces eso hace que vayamos reconstruyendo nuestro ser como identidad. Esto, desde lo local, para pasar a lo latinoamericano, para exportar. Esta es nuestra mirada”, señala la diseñadora Perniche, docente de Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNSJ.
La profesional cuenta que, dentro de este programa que tiene apenas meses de existencia, en una primera instancia trabajará la UNSJ con la Dirección de Industrias Culturales de aquel Ministerio en una propuesta llamada Feria Diseño de Autor. “Ahí realizaremos un relevamiento en general de trabajos de la UNSJ y de la provincia. Con esto traeremos especialistas que se refieran al tema, y a partir de ello lograr intercambios. Lo más importante son los intercambios entre lo que realizan los productores culturales y quienes intervenimos desde otras miradas, como pueden ser la tecnológica o la académica”, señala.

Intervención UNSJ

Un ejemplo formulado por Perniche son los productores de audiovisuales. “Estos son actores con un nivel muy alto, que solamente necesitan aportes de estética. Allí podemos hacer intervenir con sus aportes a alumnos de las carreras específicas o investigadores que trabajaron con la estética en el transcurso del tiempo. También se puede trabajar en la comercialización del producto”. Otra muestra se da con la artesanía. “Como en el caso de conservar los materiales usados por el artesano y trabajar con profesionales de la universidad para hacer más resistente el producto o generar nuevos productos a partir de la misma técnica. Por eso necesitamos de ambas partes. Toda la universidad puede intervenir, porque las miradas no son sólo desde aquellas carreras que se vinculen con la artesanía, el diseño o la comunicación. Porque además tenemos la base de la filosofía, de la historia, la comercialización”, argumenta
En poco tiempo se concretará el proyecto denominado Puentes, con trabajos de alumnos de Arte de la UNSJ que serán aplicados a puentes de la Avenida de Circunvalación. “Esto es para sacar del aula lo que el alumno, parte de nuestro pueblo, está creando. Para esto, la Secretaría de Cultura tiene pasantías para esos estudiantes. Esto es para remunerar el valor de sus creaciones. Es que uno de los puntos débiles dentro de las industrias culturales es cómo sobrevive aquel que está produciendo. Entonces ahí hay que trabajar sobre su comercialización”.
Eliana Perniche habla también de la eventual intervención en creaciones de bandas de música locales. “Si hay una banda con un demo grabado, ahí la idea es hacer intervenir a ingenieros electrónicos de la UNSJ en la grabación. O trabajar en algún dispositivo nuevo para transmitir su música. Además, se puede trabajar en lograr un contacto con empresas para comercializar el producto musical”.

Fiesta de todos los santos en San Agustín de Valle Fértil (imagen cortesía Caminos Andinos).
Fiesta de todos los santos en San Agustín de Valle Fértil (imagen cortesía Caminos Andinos).

Acercar

La diseñadora anota que, a grandes rasgos, la ONU ha tomado como focos de las industrias culturales en que se puede intervenir a las áreas editorial, de música, audiovisual y de los artesanos. “Esta mirada, un poco generalista, sirve para poder abordar distintos campos más en profundidad. Nosotros la tomamos para poder después llevarlo a un nivel más concreto. Es verdad que hoy los productos culturales se globalizan y masifican, pero lo cierto es que ellos en cada lugar luego tienen un uso específico, porque cada cultura le va a dar una resignificación distinta, y por eso los productos se valoran más”, observa.
El teórico Jesús Martín Barbero, en el capítulo “Industria cultural: capitalismo y legitimación”, de su libro “De los medios a las mediaciones”, analiza una parte del pensamiento de Walter Benjamin, uno de los filósofos que estudió lo referente a industria cultural: “¿Qué cambios en concreto estudia Benjamin? Los que vienen producidos por la dinámica convergente de las nuevas aspiraciones de las masas y las nuevas tecnologías de la reproducción. Y en la que el cambio que verdaderamente importa reside en ‘acercar espacial y humanamente las cosas’”. //

 


Caballeros de Santa Barbara
Caballeros de Santa Bárbara de Mogna (imagen de la década del ‘50).

Fiestas religiosas

La fe, esa callada certeza

Dos ejemplos de festejos populares que sobreviven en la provincia incorporando elementos ajenos, de manera muy contrastante: la fiesta de Santa Bárbara de Mogna y la Cabalgata de Fe a la Difunta Correa.

Si mantener vivas las tradiciones ya es una tarea difícil en un mundo globalizado e hipercomunicado, sostener en el tiempo costumbres que tienen como raigambre a la fe del pueblo parecería ser más complicado todavía. Algunos de estos festejos, sin embargo, son testimonio de que la industria cultural, pero sobre todo la gestión cultural, pueden contribuir a reforzar la identidad y a difundirla más allá de los límites donde se reconoce a sí misma.
La Cabalgata de Fe a la Difunta Correa, que desde hace 27 años organiza la Federación Gaucha Sanjuanina junto con la Confederación Gaucha Argentina y con apoyo oficial, es el primero de estos ejemplos. Daniel Rojas, administrador de la Fundación Vallecito que tiene a su cuidado el paraje Difunta Correa, explica el origen de la Cabalgata. “La unión de la fe a la Difunta Correa con el gaucho que anda los caminos es algo que viene desde siempre. La historia nos cuenta que fueron arrieros los que la encontraron en el lugar donde la gente la venera y desde entonces, los caminantes siempre se han detenido a saludarla, a pedirle y a agradecerle. Y no importa en qué llegan, todos son peregrinos, sea que vienen caminando, a caballo, en auto o en colectivo. Lo que pasa es que el gauchaje, con la fe por delante, viene a esta cabalgata también como una forma de mantener vivas nuestras costumbres y nuestro modo de ser”, asegura Rojas. Precisamente la Federación Gaucha Sanjuanina, una de las entidades organizadoras de la Cabalgata, levanta como estandarte una frase categórica en su sitio web, desde donde difunden no sólo esta actividad sino muchas otras de similares características identitarias: un pueblo sin tradiciones es un pueblo sin porvenir, reza la frase adoptada como slogan de una institución que se vale de las tecnologías de la comunicación y de una aceitada red de relaciones interinstitucionales para construir una fiesta que dura tres días y que en su noche central convoca a artistas nacionales y a personalidades de la política y del espectáculo.

Cabalgata de la difunta
Cabalgata de Fe a la Difunta Correa (Imagen Prensa Gobierno de San Juan).

Culturas híbridas
Nada se improvisa en los preparativos de la Cabalgata. Tanto la logística como la búsqueda de recursos materiales llevan mucho tiempo de preparación y esto ha hecho que cada vez sean más los jinetes que participan de ella. “Este año, tendremos más de 4.000 jinetes; vendrán de 15 provincias argentinas, pero también de Brasil, Chile, Paraguay, México, Bolivia y Uruguay, siendo esta una de las cabalgatas más concurridas de Sudamérica”, explica Rojas. Agrega que en esta mixtura, cada delegación viene con su acervo cultural a cuestas, generando así un rico intercambio en el cual se comparten junto con los colores de las indumentarias, las diferencias de las identidades.
Hay un dato que pinta de cuerpo entero lo que la Cabalgata genera y es que ya en las semanas previas, para quien no tiene un animal a mano se torna bastante difícil conseguir uno para llegar a la Difunta Correa montado. “Para un gaucho, es un costo muy elevado venir a la Cabalgata. Los que vienen de más lejos tienen que pensar en el traslado, en mantenerse durante varios días a ellos mismos y al animal. Pero sin embargo lo hacen, porque consideran que no pueden faltar, que su identidad también se construye estando presentes en la Cabalgata”, dice Rubén Balmaceda, presidente de la Federación Gaucha Sanjuanina.
Otro hecho folclórico dentro de lo costumbrista que tiene la Cabalgata es la presencia de carros de todo tipo. “Son los carros que uno ve todos los días por la ciudad, vendiendo verdura o recolectando botellas y cosas en desuso, por ejemplo. Son infaltables en la Cabalgata, con familias enteras. Y son tantos que ya forman un dato distintivo en la postal del camino, al punto que hubo que disponer de lugares especiales para que se incorporen a las columnas de manera ordenada”, refiere Balmaceda.

Entre el origen y lo nuevo
Mogna es una localidad del departamento Jáchal con una historia muy particular. “Es un pequeño pueblo, con poco más de 300 habitantes, que se fundó dos años después que Jáchal producto de la propia resistencia de los aborígenes que vivían en ese lugar. Es decir que hubo que fundar Mogna porque estos habitantes no quisieron irse a Jáchal. Esta resistencia persiste hoy en día: creo que esto y la fe a Santa Bárbara, patrona del pueblo, son hoy los pilares de su existencia”, dice José Casas, investigador de la FACSO.
La festividad de Santa Bárbara, que se celebra el 4 de diciembre, se ha conservado a lo largo del tiempo casi con el mismo espíritu que en su origen, aunque hoy quienes la organizan ya no sean los propios moquineros. Son tantos los visitantes –algunas crónicas los estiman en varios miles- que la población moquinera prácticamente queda invisibilizada, aunque es justamente la encargada de mantener viva durante el año la fe a la Santa Patrona. “La fiesta de Santa Bárbara empieza el 25 de noviembre con la Novena y termina el día 4, con la procesión. Ese día se celebran misas y culmina con la procesión, que es lo que convoca a mayor cantidad de visitantes. A lo largo de los años, algunas cosas se han mantenido y otras han cambiado. Los Caballeros de Santa Bárbara son un grupo de promesantes que llegan a caballo a rendir su homenaje y eso es algo que perdura. Provienen de lugares muy distantes: Ullum, Huaco, Iglesia. Al término de la procesión, estos Caballeros desfilan alrededor de la plaza y este es el momento en que el pueblo los reconoce socialmente por su sacrificio. Yo diría que si miramos a lo largo del tiempo, lo que se ha mantenido es la fe y lo que ha cambiado son algunas formas de manifestarla”, refiere Ubaldo Hidalgo, secretario de Turismo de San Juan y perteneciente a una tradicional familia de la zona.
De las cosas que cambiaron pero dejaron incólume la fe a Santa Bárbara se puede mencionar la organización de la fiesta. La Hermandad de Santa Bárbara, agrupación que tiene a su cargo los detalles de la festividad, ya no está integrada por moquineros. Sus miembros pertenecen a familias que compraron propiedades en las cercanías o que provienen de otros lugares de San Juan, pero que por tener promesas a Santa Bárbara y por tradición, se comprometen e involucran en la organización de los festejos.
“Hay un hecho que es puramente de los habitantes de Mogna y que ocurre en otro momento del año. Se llama “Juntar manteles” y es la costumbre de compartir la comida en el aniversario de la fundación de Mogna, el 11 de agosto. Aquí no interviene nadie de afuera: es un festejo de los moquineros y para los moquineros”, cuenta Hidalgo.
“Fuerza mi zaino huellero/no me le afloje el tranquear/hoy es 4 de diciembre/a Mogna quiero llegar/Santa Bárbara que viva/sos la guía de mi andar”, dice el estribillo que canta el Chango Huaqueño, artista popular jachallero, en la cueca a Santa Bárbara de Mogna. Sin megaescenarios ni pantallas de LED, los fogones del 3 de diciembre en la noche previa a la fiesta en Santa Bárbara son el rostro que la máscara no pudo ocultar. //

 

La imagen que ilustra la cabecera de esta nota es cortesía de Prensa Ministerio de Turismo y Cultura, del Gobierno de San Juan.

Edición correspondiente a octubre/73 – Año IV – Nº 25 – Abril de 2016