Estudiar vale el esfuerzo

Escribe Oscar Nasisi, rector de la UNSJ


 Editorial: Año IV – Nª 25 – Abril de 2016

Hace algunas semanas atrás, el diario La Nación publicó una nota acerca de las conclusiones del Global Education&SkillsForum (GESF), que se realizó en Dubai. La nota ponía el foco en una afirmación que considero,al menos, desafortunada, cuando no mal intencionada: la irrelevancia de los estudios universitarios a la hora de conseguir trabajo.
Ya el título de la nota, que se interroga si vale la pena ir a la universidad, adelanta cuál será la conclusión: haber pasado por la universidad no es relevante cuando de conseguir trabajo se trata. Claro que esta afirmación se relativiza cuando consideramos que el discurso central del GESF estuvo a cargo nada menos que del director de Educación y Habilidades de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Andreas Schleicher, el hombre fuerte de las pruebas PISA. Desde este espacio y otros, hemos venido fijando nuestra posición acerca de las pruebas PISA, empeñadas en fijar estándares de calidad sin tener en cuenta las realidades diferentes de las instituciones educativas que ponen bajo la lupa.
A raíz de esto, de alguna manera es factible que pueda instalarse en el imaginario social la idea de que ser universitario no da más oportunidades de conseguir trabajo. Aquí es donde queremos fijar una posición clara: en primer lugar, no se puede generalizar. La realidad de las universidades chinas no es la misma que de las universidades canadienses y mucho menos de las argentinas. En segundo lugar, la afirmación que sirvió de fundamento a estos artículos periodísticos refiere a la dificultad que conlleva preparar hoy a profesionales para trabajos que se requerirán dentro de cinco o diez años. En otras palabras, deberíamos estar formando hoy a quienes van a ser necesarios para trabajos que todavía no existen.
En este sentido y contrario a lo que afirman estas publicaciones, estoy convencido de que la universidad es el lugar más apropiado para preparar para este tipo de desafíos. A diferencia de los entrenamientos técnicos propiamente dichos, que por supuesto son necesarios, la universidad proporciona al joven una mirada abarcadora y plural, universal –como su nombre lo indica- y lo contiene en un ámbito donde todas las ideas son respetadas y escuchadas. Esto, sin duda alguna, es un ambiente mucho más propicio para los desafíos que vienen, ya que predispone al debate, a la discusión, al pensamiento y a la reflexión, seguidos de la necesaria acción que el mundo de hoy reclama. La universidad, en síntesis, enseña a pensar, a debatir y consensuar, a considerar al otro como parte de un todo que es la sociedad y no como el engranaje de una maquinaria.
Lejos de suponer que ir a la universidad no vale la pena, estamos convencidos de que estudiar vale el esfuerzo. Un esfuerzo que se sustenta no sólo con la tarea individual de quien decide cursar una carrera, sino de su familia y de toda la comunidad, que aporta y contribuye al sostenimiento de una educación pública y gratuita. En este camino estamos empeñados, con los fines que nuestro estatuto establece y que pueden resumirse en uno solo: la formación de un hombre libre, en una sociedad auténticamente democrática, centrada en ideales de independencia y participación. //


Edición correspondiente a octubre/73 – Año IV – Nº 25 – Abril de 2016