La manzana testigo

[La plaza] Ayer fue lugar de apacible descanso o paseo, sitio de encuentros, de la popular “vuelta del perro”, de manifestaciones políticas. Hoy, acaso sin dejar de ser todo aquello, la plaza también es circuito de salud, estación de conexión a Internet y núcleo en cuyo derredor marchan con pancartas las inquietudes sociales. La plaza guarda la Historia y las historias, a la vez que es escenario de nuevas expresiones y, por ello, de construcciones de sentido, de identidad de grupos y de superación del individualismo reinante.

Por Belén Ceballos y Fabián Rojas

La plaza como centro, como núcleo alrededor del cual se erigen las instituciones de poder político, religioso y, antaño, terrateniente. La Plaza Mayor, luego Plaza de Armas, como lugar testigo también de reparto de tierras hacia afuera de la ciudad. Pero tiempo después, en San Juan, en el centro de su ciudad, luego del terremoto de 1944, su plaza principal, la 25 de Mayo, ya no tuvo a su alrededor edificios gubernamentales. La planificación los repartió hacia el Este y el Oeste, aunque sí quedó como símbolo del urbanismo colonial el principal edificio del cristianismo a uno de sus costados. También, después de aquella catástrofe, fue recuperado frente a la plaza un edificio simbólico de familias destacadas de la provincia: el del Club Social. Hoy, cercanos a la plaza, los bancos. El poder político, religioso, social y financiero siempre alrededor de la plaza. “Como centro de la vida en comunidad urbana, la plaza se convirtió en espacio público de pugna por el poder, pero, también, de interpelación al poder. Y tuvo distintos momentos y personajes a lo largo del tiempo. Allí estaba, no hace tanto, el guardián de la plaza, por ejemplo. Una especie de policía familiar al barrio, al vecino, y que cuidaba su seguridad en ese lugar de encuentro, de reuniones familiares y sociales”, dice Cristina Nacif, historiadora, docente e investigadora de la UNSJ.
La plaza fue disponiéndose como lugar público de resistencia. Tal vez uno de los hechos más paradigmáticos haya sido el del 17 de octubre de 1945. Luego, una marca fuerte de resistencia, con la última dictadura cívico militar en el poder, fueron las rondas de las Madres de Plaza de Mayo en Buenos Aires. En San Juan también hubo resistencia en esos momentos duros de la Historia argentina. “Aun cuando la Casa de Gobierno en San Juan ya estaba donde se encuentra hoy, la plaza siguió siendo lugar de resistencia y manifestación. Eso se vio con los estudiantes de la Juventud Peronista, que marcharon a la Plaza 25 de Mayo”, dice Cristina Nacif. Y añade: “En el terrorismo de Estado, para el común de la ciudadanía, tal vez la plaza fue sólo lugar turístico, con miedos. El lugar de darle de comer a las palomas, todo de manera muy individualista”.

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“La plaza se convirtió en espacio público de pugna por el poder, pero también de interpelación al poder”, dice Cristina Nacif, historiadora, docente e investigadora.

Con la democracia recuperada en 1983, la plaza en general como espacio público supo ganar algo de tinte democrático y de cierto optimismo ante el nuevo tiempo. Más tarde llegarían las políticas de ajuste y recorte cruel del neoliberalismo de los años ’90. Y en San Juan, la plaza otra vez protagonista de marchas… y de violencia: “El sanjuaninazo” de la época del gobernador Jorge Escobar. Luego, para cerrar un período, la crisis económica, política y social de 2001 en su réplica provinciana y con la plaza como testigo.
La plaza hoy como lugar público y superador del individualismo reinante. Ya bien entrado el presente Siglo XXI, las plazas se han convertido en lugar que, además de la pancarta y la manifestación de apoyo o resistencia, son, también, puntos de encuentro de expresiones diversas y colectivas. La construcción de sentidos y de identidades. Hoy albergan manifestaciones de grupos urbanos, tanto con deportes y juegos como con expresiones artísticas y culturales que operan como condensadores de grupos en estos espacios públicos. “Son múltiples identidades de las culturas urbanas juveniles que se expresan en estos espacios. Sin embargo, por esto mismo, hay que prestar atención porque las plazas muchas veces vuelven a ser lugares de represión policial hacia los jóvenes”, remarca Nasif.

Mostrarse y encontrarse

La investigación “Los jóvenes en la ciudad de San Juan y su apropiación de los espacios urbanos”, del que forma parte Ana Laura Bustos, docente del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UNSJ, descubrió que en las plazas de la periferia a la 25 de

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Ana Laura Bustos, docente del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UNSJ.

Mayo, es decir plazas Laprida, Aberastain e Hipólito Yrigoyen, se observan distintas actividades realizadas por jóvenes. Por ejemplo, en la Plaza Laprida se juntaban skaters y bikers, ya que hay escaleras y barandas. En la Hipólito Yrigoyen están los grupos que hacen hip-hop. En la Aberastain, iban los floggers, emos, los de subculturas urbanas. Finalmente, en la Plaza 25 de Mayo confluyen todos, pero no para realizar sus actividades sino para mostrarse allí. “No es ‘legítimo’ realizar sus prácticas allí, ya que tienen sus lugares para hacerlo. Sólo se reúnen a tomar una Coca, a conversar en sus grupos o escuchar música”, explica Bustos.
La investigadora notó diferencias entre lo que pasa actualmente y hace unos cuatro años. La Plaza 25 reunía a chicos de escuelas privadas y públicas, a quienes les gustaba la cumbia o la electrónica. Si la comparación se hace con los años ´80, la plaza era solo un lugar de paso. En los ´90, los jóvenes seguían sin apropiarse de la plaza ni de la ciudad. “Hoy hay cierta invisibilidad de lo juvenil, por lo tanto, el joven busca la plaza para mostrarse, es una forma de decir ‘estamos presentes’, queremos que nos vean y sepan qué hacemos. Antes usaban las esquinas de los barrios, ahora mutaron hacia la plaza como espacio de encuentro”, señala.
Bustos indica que actualmente hay un grupo de chicos que hace hip-hop, pero que ya no se los ve con la misma frecuencia. Un caso puntual se da en la plaza Yrigoyen, que luego de ser refaccionada quedó dividida. De un lado hay juegos para niños, lo que hizo que los más grandes se alejaran de esa zona y sólo usan la parte detrás de la lomita. “El uso de la plaza, como apropiación de la juventud, tiene que ver con una práctica de visibilidad, de encuentro, de poder mostrarse”, sostiene la docente.

Plaza conexión

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Flavia Millán, del Laboratorio de Informática Aplicada de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ.

Un aspecto nuevo se vio con el programa “Conectar Igualdad”, de entrega de netbooks en las escuelas, y la conexión WI-FI en la plaza. “Es fácil encontrar el punto de acceso en la plaza porque están todos los jóvenes debajo de él, chateando o jugando entre ellos”, dice Ana Laura Bustos. Flavia Millán, del Laboratorio de Informática Aplicada de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ, apunta que así “cobra importancia el término de ciudadano digital, ya que esto permite que todos puedan acceder al servicio de forma libre y sin restricciones. Antes, estaban sujetos a poder hacerlo en el trabajo, oficina, en la escuela. Ahora esto explotó y todos estamos conectados en todos lados y momento. Además, esto significa que las restricciones en cuanto a lo económico han desaparecido, sólo depende de la calidad del equipo que uno tenga y de la señal de Internet en la plaza, porque la verdad es que lo que se denomina piso tecnológico aún no es lo suficientemente aceitado”.

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Arquitecta Selva Martínez, directora del Centro de Investigaciones para la Racionalización de la Construcción Tradicional (CIRCOT).

La plaza del pueblo

“Los pueblos, al tener menos gente, podían mantener las costumbres de juntarse y de hacer de la plaza un espacio social y de encuentro. Jáchal fue uno de los departamentos que mantuvo durante más tiempo esta tradición. Por ejemplo, ‘la vuelta del perro’ consistía en caminar alrededor la plaza en busca de alguna persona con quien compartir un momento. Generalmente las mujeres tomaban una dirección y el hombre la contraria. Con el paso de los años, la plaza como el lugar de encuentro de los vecinos se perdió, porque la gente ya no tiene tiempo y su estilo de vida cambió”, describe Selva Martínez, directora del Centro de Investigaciones para la Racionalización de la Construcción Tradicional (CIRCOT), de la UNSJ.
En ese sentido del cambio de época, la profesional considera que hoy los diseños de esos espacios verdes responden al cambio de estilo de sociedad. “No significa que sea mejor ni peor –explica-, sólo que se debe adaptar a la nueva forma de usar la plaza que hacen los ciudadanos. Antes una llegaba a la plaza del pueblo y encontraba el hito en el medio (estatua, monumento, fuente, obra de arte) y los circuitos concéntricos para recorrerla. Siempre eran círculos de distintas dimensiones, con los bancos y espacios. Esto ahora se perdió, la plaza está dividida en sectores y cada uno cumple con una función determinada”. Martínez ilustra con el caso de Albardón y Jáchal, cuyas plazas fueron modificadas y tienen sectores importantes con distintas funciones. “Se les ha dado funciones específicas, tienen lugares preparados para encuentros, un teatro al aire libre, espacios resguardados para lo religioso, como las grutas. Actualmente, han tomado mucha importancia los espacios de salud, ahora tienen lugares para correr y aparatos para hacer ejercicios físicos”, dice la especialista.

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Carina Pérez, docente de la carrera de Enfermería Universitaria de la UNSJ.

Circuitos de salud

Los municipios de San Juan participan del Programa Nacional Municipios Saludables y esa participación en parte implicó que las plazas fueran adaptando su estructura para convertirse en circuitos de salud. Aunque los espacios que no tienen esa estructura diseñada de igual manera son usadas por los vecinos para realizar actividad física. “Son bienvenidas las caminatas y los ejercicios pasivos de las plazas, no sólo para los jóvenes sino para adultos y adultos mayores”, dice Carina Pérez, docente de la carrera de Enfermería Universitaria de la UNSJ. “En primer año de la carrera, en Fundamentos de Enfermería y en Enfermería Comunitaria, abordamos la prevención y promoción de la salud. Entonces ahí las plazas cobran mucha importancia porque funcionan como espacios de recreación y esparcimiento, donde se realizan ejercicios y se previenen problemas cardiovasculares, de estrés, diabetes. La plaza favorece la disminución y control de este tipo de patologías”.

Signos de los tiempos

Las plazas fueron mutando en el tiempo, tanto en sus aspectos espaciales como, y sobre todo, en sus significados para los ciudadanos usuarios. Como sostiene la historiadora Cristina Nacif, son espacios públicos de construcción y disputa de sentido. Porque ya en el uso de ellas por parte de la clase dominante en las fundaciones de ciudades, ya en su utilización por jóvenes para expresar sus actividades cotidianas de cualquier tipo, o como espacio para la promoción de la salud de una sociedad cada vez más frenética, estresada y sin calma, todos sus usos son signos de los tiempos. Por eso, de todas las manzanas de una cuadrícula urbana, la plaza es la manzana testigo, por donde pasa la Historia y las historias. //img_6309

La plaza y la ciudad policéntrica

“Mediante el modelo de Leyes de Indias, en la colonización de América, lo primero que se hacía era fundar ciudades con una plaza como espacio central y las instituciones alrededor de ella. La plaza nació como una plaza seca. Es la originalmente llamada Plaza de armas. En sí, la plaza era una plaza seca, sin césped”, indican los arquitectos Nora Nacif y Andrés Rueda, del Instituto Regional de Planificación y Hábitat (IRPHA), de la arq-nora-nacifFacultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño. Nacif y Rueda apuntan que después del terremoto de 1944 y conforme a las ideas que dominaban en el mundo en esos años, la tendencia fue llevar el verde a otros lugares de la ciudad y que no esté sólo en el centro de los barrios. Ahí florecieron varias plazas verdes. En el plan de reconstrucción de San Juan se planificó una serie de plazas que ordenaban la ciudad y se le dio mucho énfasis a la plaza de Desamparados, a la de Concepción y a las restantes del centro de la ciudad. Se rediseñaron los espacios. “Esto fue así para generar nuevos centros y tener una ciudad policéntrica”, definen los arquitectos
Para la reconstrucción de la ciudad prevalecieron las ideas de la Arquitectura moderna, de las que surgió la Avenida Ignacio de la Roza como eje cívico de la ciudad. Por lo tanto, a su alrededor se ubicaron los edificios institucionales y financieros más importantes, como el Banco Nación, el Correo Argentino, el Banco San Juan.
arq-andres-ruedaLos investigadores del IRPHA explicaron que, actualmente, al momento de diseñar una plaza se tiene en cuenta el lugar en que se va a insertar y qué ciudadanos van a usarla, ya que no es lo mismo una plaza en el medio de la ciudad que una barrial. La diferencia entre ellas está dada por los usos que se le dan. La plaza de la ciudad generalmente es de tránsito de muchas personas, en cambio en la de barrio los vecinos tienen más juegos para niños, espacios verdes y bancos. “Nunca un modelo de plaza se repite, siempre se cambia y diseña según el lugar en la que será construida”, sostienen los profesionales.


Edición correspondiente a octubre/73 – Año IV – Nº 28 – Noviembre de 201