El valor de la palabra

Escribe Oscar Nasisi, rector de la UNSJ


 Editorial: Año IV – Nº 28 -Noviembre de 2016

Urgidos como estamos por las circunstancias actuales, que nos obligan a llevar la mirada hacia la necesidad de defender nuestro presupuesto de un recorte y una distribución arbitraria e injusta, puede suceder que perdamos de vista lo esencial, que es la defensa de la educación universitaria como derecho humano. Por eso, quiero compartir algunas reflexiones sobre este tema, y sobre la importancia de la coherencia entre lo que expresamos y lo que actuamos; dicho de otro modo, el valor de la palabra en nuestro discurso diario. Pero no la palabra meramente instrumental, sino la palabra como mensaje, como regalo, como sustituto o complemento del gesto, que fue la primera forma de comunicación en la humanidad. Desde este lugar, la palabra adquiere un matiz primordial, yo hasta diría sagrado.
Cuando hubo que elegir un nombre para designar a nuestro canal de televisión, decidimos usar un vocablo en allentiac, la lengua de los originarios de esta zona. Ese vocablo es Xama, o también Xam, según la zona en que se utilizaba. Lo elegimos porque Xama precisamente significa Palabra, entendida como herramienta necesaria y primordial de la comunicación humana. ¿Y qué es la educación sino un infinito lazo de comunicación y de amor entre el que enseña y el que aprende, entendiendo que todos podemos estar de un lado o de otro, no importa que seamos profesores o alumnos?.
Pero el ejercicio de la palabra requiere de un compromiso. Como universitarios, tenemos la responsabilidad de mantener ese compromiso, porque cada cosa que decimos y que hacemos se convierte en discurso. Dice Daniel Prieto Castillo: “Construir la propia palabra no es tarea sencilla, hacen falta años de cultivo. Pero cuando se la posee, cuando el discurso discurre sin tropiezos, cuando nombrar es como abrir los ojos y ver, el trabajo con la palabra se torna gozoso, se vive a diario la alegría de comunicar”. Y yo agrego, que se vive a diario la alegría de educar.
Ya es tiempo de recuperar las palabras valiosas, las que nos identifican, las que nos definen, y reemplazarlas por los discursos oportunistas, que quieren hacernos creer que la educación no es un bien de todos. Lo venimos sosteniendo desde el principio: la educación, en especial la educación universitaria, es un derecho humano. Defender este principio es una tarea en la que todos hacemos nuestra parte. O como también dice Prieto Castillo: “Desde la educación, reclamamos la recuperación del sentido de las palabras patria, hogar, mirada, ley, libertad, caricia, futuro, ternura, lealtad, cultura, amistad, utopía, sueños, respeto, comunidad, dignidad, poesía, amor, y tantas otras que nos fueron arrebatadas por mercachifles del discurso capaces de corromperlo todo con su hueca verborrea”. //