Voces del 8° Congreso Nacional de Extensión

[LA UNIVERSIDAD EN LA COMUNIDAD] El sociólogo y politólogo Emir Sader y el cientista social Daniel Mato fueron parte de las prestigiosas participaciones en el reciente Congreso, que por primera vez se realizó en el seno de la Universidad Nacional de San Juan.

 

Por Fabián Rojas

Daniel Mato: «La sociedad nos provee una brújula para evaluar qué estamos haciendo”

“Investigaciones realizadas indican que la participación en la resolución de necesidades sociales contribuye a que las universidades mejoren su calidad académica y generen conocimientos. Esto lo podemos decir en primer término para, con base en ello, afirmar: sería provechoso repensar y transformar las universidades desde su articulación y compromiso con las sociedades de las que forman parte. Intuyo que esta propuesta de política habrá de resultar bastante aceptable para la mayoría de ustedes. No obstante, no es como solemos encarar el asunto: solemos ser bastante más cautos y plantear que la extensión universitaria es una de las funciones fundamentales de las universidades, y que ella tiene tanto valor como la docencia y la investigación. Es planteo es válido, las tres funciones son importantes. Pero si de verdad estamos convencidos de que la participación en la resolución de necesidades sociales contribuye a que las universidades mejores su calidad académica y mejora en conocimientos, entonces tenemos no el derecho sino el deber institucional, la obligación personal, de decirlo con toda claridad. Afirmar esto no significa pretender que la extensión sería más importante que la docencia y la investigación, sino reconocer que la articulación y compromiso con las sociedades de las que nuestras universidades forman parte nos proveen una brújula para evaluar qué estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo y procurar hacerlo mejor. Es decir, para repensar y transformar nuestras universidades. Si de verdad hemos llegado a esta conclusión, tenemos el deber institucional, ético, epistemológico, didáctico y político de explicar esto con toda claridad y paciencia a otros sectores universitarios. El mismo deber de explicar esto con toda claridad y paciencia, lo tenemos respecto de las instancias gubernamentales que establecen políticas, presupuestos y programas para las universidades. Limitarnos a explicar esto no sería suficiente. Queda por ver cómo llevar esto a la práctica, a escala institucional y agregada, y cómo lograr su expresión concreta en las políticas institucionales y públicas. Es necesario repensar el modelo universitario completo, no el lugar de la extensión en él. Creo que por allí va el asunto. Es necesario repensar el papel de las universidades en tanto actores sociales comprometidos con las sociedades. Esto no sólo supone un trabajo hacia afuera, sino también -muy importante y muy difícil-, hacia adentro, que impulsará y demandará cambios institucionales”.

 

Emir Sader: “No habrá democracia sin universidad con responsabilidades sociales”

“La esfera del neoliberalismo no es la esfera privada. La esfera privada es algo que nosotros valoramos mucho, la libertad individual de las personas. La esfera de ellos es la esfera mercantil, transformar derechos en mercancías. Realizar el proyecto histórico del capitalismo en la manera más radical: que todo sea mercancía, que todo tenga precio, que todo se venda, que todo se compre. La utopía neoliberal es el shopping center, donde no hay espacio público. Es el espacio selectivo donde no están los pobres, donde no está el pueblo. Lo que les interesa es el consumidor, el que tiene poder adquisitivo para comprar las mercancías. Pero la esfera democrática no es esa. La esfera democrática es la esfera pública, la de los derechos, donde el sujeto fundamental es el ciudadano definido como sujeto de derechos. El Estado puede estar al servicio del mercado o de los intereses públicos. El Estado es un espacio de disputa hegemónica entre las esferas mercantil y pública. La gran disputa contemporánea es alrededor del Estado. Y nuestras universidades públicas están todavía muy encerradas dentro de sus muros. Extensión no es sólo expandir los conocimientos, es atender las políticas sociales. La educación por sí sola no es la salvación. Si no es una educación emancipatoria, que desaliene a la gente, que la forme para la solidaridad, no es salvación. Sólo la educación pública puede ser democratizada y lo es en cierta medida, pero la mayor parte de los jóvenes no está acá adentro, está allá afuera. Con mi generación pasa lo mismo. La universidad pública es democratizable: podemos y debemos derrumbar los muros de la universidad para así llegar a esa gente. Sólo de gente de origen pobre van a salir médicos para atender a la gente pobre. Sólo gente de origen pobre se van a hacer abogados para atender los derechos de los pobres. Bolivia ha terminado con el analfabetismo; en cambio Brasil, México y Argentina, que son los tres países con mayor desarrollo en sus sistemas educacionales, no son territorios libres de analfabetismo. ¿Qué hacemos nosotros que no ayudamos a esa gente a dejar de ser ciega porque no puede leer? La gente tiene el derecho de leer, de aprender, de saber que el mundo está hecho de letras, de palabras. Es responsabilidad nuestra. Extensión también es eso. Y nosotros sabemos leer, tenemos libros, tenemos internet, ¿y qué hacemos con eso? Salgamos a socializar ese conocimiento comenzando por la alfabetización. Somos la universidad pública, de derechos, de ciudadanía. Pero la ciudadanía es para todos. No habrá democracia si no hay universidad pública con responsabilidades sociales”.

 


Nota perteneciente a octubre/73: edición Nº38, año VI.  Septiembre de 2018